Por Juan Tomás Valenzuela
Al psiquiatra Cesar Mella,
Miguel le envió una postal
diciendo que lo iba a echar
de la dependencia aquella.
Rayos, truenos y centellas
soltó el Don cuando la vió.
Se dice que la copió,
más no lo puedo afirmar,
y que la envió al El Nacional,
que a su vez la publicó.
En la misiva insultante,
toscamente redactada,
Miguel le dijo de entrada
que ese puesto está vacante.
Que anda tras otro marchante
pa’que asuma esa gerencia,
que ya par de diligencias
él está haciendo al respecto,
en busca de otro prospecto
pa’darle esa dependencia.
Pero el Dr. César Mella
no le contestó a Miguel.
El psiquiatra echo a correr
y fue a llevar su querella
donde la persona aquella
que negoció con los dos
y con calma le explicó
que Miguel, ese fatal,
sin asidero legal
revocó su nombramiento,
pa’quitarlo de su asiento
y ponerse a negociar.
Sostuvo que los partidos
no pueden ser clubs de empleos.
Que es un precedente feo
el bajarlo de su nido,
Para que venga un bandido,
que no cree en la democracia
y que solo por la gracia
de ser socio del poder,
crea que puede disponer
de un puesto por dedocracia.
20 noviembre 2017